¿Qué onda el fútbol en Rusia?

En este país, el hockey sobre hielo, el patinaje artístico, la gimnasia, el básquet y la natación se roban las miradas, los flashes y las páginas de los diarios constantemente y el fútbol aparece bastante atrás en la lista de intereses de los rusos. Por eso conocían más a Natalia Oreiro que a Lionel Messi.
Para levantar un poquito la audiencia, la cantidad de público en las canchas, superar el racismo y los problemas de violencia que hubo en un momento, a Suleimán Kerimov se le ocurrió "britanizar" el fútbol en Rusia y popularizar un deporte en el cual los extranjeros se sentían sapo de otro pozo y que hoy no se quieren ir.
En 1991 nació Vysshaya Liga, que posteriormente sería la Liga Premier de Rusia o la Russian Premier League, como más te guste. Obvio qure toda escrita, comentada en ruso y con tecnología de última generación. A este empresario no se le escapó nada y decidió darle un refresh a una liga que estaba en la búsqueda de talentos locales y de potenciar el desarrollo de algunos "exiliados" de sus respectivos campeonatos.
Ojo, a principios del siglo XX, el fútbol en Rusia se practicaba sobre la nieve en San Petersburgo, pero con los años se desdibujó este deporte por la Primera y Segunda Guerra Mundial. Una vez superado ese trance, los soviéticos tuvieron su liga y muchos equipos se plegaron a "tratar de jugar como sea".
El punto es que la economía fluctuó tanto, hubo tantas variantes políticas, se disolvió la URSS hace muchísimos años y la cabeza de la gente cambió bastante, que las autoridades y empresarios rusos decidieron darle rienda suelta, en 1992, a la Liga Premier, en pos de nutrir de jugadores a la selección nacional. ¿Primer campeón? el Spartak de Moscú, el más ganador de la historia.
Con el correr del tiempo, los buenos presupuestos, la organización, la disciplina y el cariño de los aficionados hizo que tanto futbolistas locales como del exterior se sintieran como en casa, y encontraran en tierras del Este, su lugar en el mundo.
Sino, fijate lo que dijo Héctor Bracamonte, uno de los primeros embajadores argentinos en la LPR: "En Rusia logré hacerme conocido y me salvó la música. Muchos desconocían las costumbres argentinas y como a mi me encanta el rock, les contagié un poco de mis gustos y algunos rusos llegaron a escuchar discos muy argentos". Si bien desde lo social, Bracamonte la pegó, futbolísticamente conquistó a la gente del FC Moscú, hizo casi 40 goles, jugó en mil puestos y hasta le dedicaron una canción en un partido. Mirá si no se hizo querer el Braca. Hoy algunos soviéticos lo siguen nombrando y hasta llevan su camiseta.

Otro caso emblemático fue el de Fernando Cavenaghi: cuando se fue de River, muchos pensaban que iba a terminar jugando al lado de Francesco Totti en la Roma. Pues no, cayó en el Spartak de Moscú y fue figura. No paró de hacer goles y su familia se adaptó perfecto, aunque no tan fácilmente, a la vida rusa.
Hoy, la Liga Rusa es una invasión de argentinos, y desde 2002 que no para de recibir compatriotas con la celeste y blanca. Medio River hizo y hace estragos en Rusia: desde el lejano Maxi López en sus primeros tiempos felices con Wanda Nara, pasando por el Rolfi Montenegro hasta los actuales Sebastian Driussi y Emanuel Mammana, toda la banda roja cruza el alma en esta Liga.
El Zenit, por estos tiempos, es el equipo que se está llevando todo y que tiene casi una importante legión de extranjeros. Su estadio ya habla por si solo: tiene una capacidad para 69.000 espectadores. Una locura.

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